La transmisión de valores desde edades tempranas nos ayuda a aumentar el compromiso de los más pequeños con el entorno en el que se desenvuelven. A largo plazo, estas conductas pueden fomentar en una sociedad cívica. Es decir, comprometida activamente en la consecución de un mundo más equitativo y sostenible. Por eso es importante plantearse: “Yo soy cívica ¿y tú?”
La importancia de los valores cívicos se basa en que se desarrollan a través de las relaciones humanas y genera enlaces grupales o individuales. Por ello se pueden transmitir de persona a persona. Además todos los ciudadanos deberían saber, preservar y poner en práctica en su vida cotidiana una serie de valores cívicos.
También representan el reto de entender y respetar la diversidad cultural en la cual se generan las comunicaciones o intercambios de información. Igualmente desde una perspectiva individual, las personas deben ser conscientes de sus actos y conductas. Su efecto positivo repercutirá en quienes estén alrededor. Poner en práctica los valores cívicos genera menos desigualdad social, menos discriminación, mayor inclusión y un desarrollo social más equilibrado y justo.
A través de algunos ejemplos, se pueden exponer los principales valores cívicos que deben incentivar a las personas. Por ejemplo a ser voluntarios, comprometidos, honestos, valientes, tolerantes, considerados, entre otros.
Solidaridad
“Prestar ayuda en medio de una carretera a un coche averiado, bien sea haciendo una llamada o prestando una herramienta. Ya es un acto solidario y cívico”. Las personas establecen relaciones sociales, se brindan apoyo y ayuda en un momento de dificultad.
Responsabilidad
“Devolver aquello que otro nos ha prestado, puede ser una herramienta, dinero, libro, prenda de vestir, entre otros”. Cumplir con la palabra de cuidar y devolver lo que no nos pertenece. Cumplir con las obligaciones o compromisos que se tienen.
Respeto
“En la escuela nos podemos encontrar con compañeros de clase con los que no compartimos los mismos gustos. Sin embargo, no por eso se debe ser irrespetuoso o desvalorizar los gustos de otros”. Las personas deben aceptar las similitudes y las diferencias que tienen con los demás, bien sea en opiniones, creencias, formas de actuar y demás.
Humildad
“Aceptar con humildad cuando se pierde en un juego que se realizó de manera justa y respetuosa. Felicitar al ganador y seguir disfrutando del encuentro entre amigos”. La capacidad de aceptarse a sí mismo y a los demás como son y sin distinciones. Es una manera de aprender de los errores y aciertos, de buscar el beneficio común.
Justicia
“Si tengo un pastel que deseo compartir con un grupo de amigos sería injusto e incorrecto cortar trozos más grandes para mis amigos más queridos. Hay que ser justos y compartir por igual”. En las situaciones de desacuerdo todos los involucrados desean tener la razón y la verdad entre sus manos. Es decir, hay que ser objetivo y tomar la mejor decisión con respecto a las consecuencias generales.
Igualdad
“Cuando entramos a un establecimiento de comida o de algún evento cultural todas las personas debemos ser tratadas por igual sin importar las diferencias de clases sociales”. Todos los ciudadanos somos iguales ante la ley. Por ello tenemos los mismos deberes y derechos sin importar sexo, etnia, origen o creencia.
Cooperación
“Cooperar en actividades sociales en pro de recolectar alimentos y medicamentos para las personas más necesitadas”. Valor que implica la voluntad de cooperar y prestar ayuda o apoyo durante el desarrollo de una actividad. Es un gesto de respeto, ayuda y bondad.
Para terminar os dejamos un proverbio africano que recoge a la perfección la idea: “Para educar a un niño hace falta la tribu entera”.