Parece que vivimos en el mundo de la inmediatez, todo tiene que ser para ahora, no mañana, ni nunca. Este es un tema que los niños en casa demuestran cada vez más: una impaciencia desorbitada que muchas veces desborda a los padres. Paciencia ante la inmediatez del ahora, este tendría que ser el mantra de muchas familias.
La impaciencia y la inmediatez son dos conductas que los más pequeños han adquirido de los comportamientos de los adultos de su alrededor. Además muchas veces son el centro de atención de padres, abuelos, tíos… Todos quieren agradarle y complacerle, poco a poco se crea una tiranía sobre los adultos. Comúnmente se denomina el síndrome del emperador, a edades tempranas hasta puede ser simpática su conducta. Pero dicha conducta con el paso de los años y sin una reducación por parte de los padres se puede convertir en un problema grave.
Seamos su ejemplo, desde el principio y si la situación no mejora: busca un profesional. De momento aquí os dejamos unas reflexiones sobre la inmediatez y la paciencia.
“Lo quiero ya”.
La exigencia de “necesitarlo” ahora mismo está demostrando que el niño/a no tiene unos límites claros y marcados. Desde bebés hay que aclarar qué límites hay y hasta donde se va a ceder en las peticiones de los niños. Un niño con límites no es un niño sin libertad, no hay que confundir términos.
Es sano tener límites en la infancia. Además ayuda al aprendizaje que todo acto tiene una consecuencia, y aprender a asumirla es otra etapa importante en la educación.
Usa la palabra NO.
Parece que vivimos en la época que la palabra “NO” no puede decirse. Todo lo contrario, educaremos a adultos íntegros si han oído la palabra NO a lo largo de su infancia. Sabrán que todo no se puede tener y también muy importante: sabrán que ellos mismos pueden poner límites a sus iguales o a adultos.
Descubre tu alrededor.
Empatía es el principal aliado en este aprendizaje. Muchas veces los niños (y los adultos) no saben ponerse en la piel del otro.
Todos tenemos algún día más complicado o más cansado. Por lo tanto es importante hacer ver al niño que no sólo están sus necesidades, que el resto de la familia también las tiene. Es verdad que a veces unas se anteponen a otras, como adultos es importante ir priorizando de manera equilibrada.
Tómate un tiempo, respira.
Cuando estamos en una situación de rabieta o de imposición de esa inmediatez, como adultos tenemos que intentar mantener la calma. Puede que necesitemos cinco, diez minutos de silencio, aprende a usar la respiración como tu aliado. Es decir, toma distancia de la situación, no te dejes arrastrar de su deseo.
Tomarse un tiempo y respirar es un mecanismo muy saludable a enseñar a los más pequeños ante la frustración que tienen en ese momento.
Ningún tipo de agresión.
Por muy pequeño que sea el niño/a no puede haber ningún tipo de agresión ni verbal, ni física. Cada vez hay más casos en nuestra sociedad de pre-adolescentes y adolescentes que tienen atemorizados a sus padres, incluso con maltrato hacia los adultos de por medio.
Aprendamos a dialogar y a pactar, pero sin faltar al respeto o maltratar. Somos su más claro ejemplo de conducta.
El rol de los dos padres.
Es muy importante que la núcleo familiar esté unida en el modelo de aprendizaje. No jugar a “poli bueno, poli malo”, hay que actuar en la misma línea tanto padres, abuelos… todo adulto que esté implicado en su educación.
De manera consciente o inconsciente los niños buscarán “aliados” en los adultos más permisivos del sistema familiar para intentar salirse con la suya. De ahí la importancia que todos los adultos asuman su papel de educador y así actúen.
Practica actividades.
Busca actividades o juegos que requieran paciencia para su realización, en función de su edad y desarrollo podrás encontrar multitud de opciones que te ayudarán a que desarrollen una actitud más tranquila.
Debe aprender que no sólo la meta es importante, también lo es el camino recorrido.